El Hobbit: Un viaje inesperado supuso una vuelta a la Tierra Media, volvimos a ver a viejos conocidos y a nuevos personajes. Fue una película buena aunque adolecía de partes lentas en las que la acción quedaba estacanda, lo que provocaba cierto aburrimiento en el espectador.
Un año después llega El Hobbit: La desolación de Smaug, segunda parte de esta nueva trilogía y que supera con creces a su predecesora.
Tremendamente entretenida, La Desolación de Smaug es una película de género fantástico llena de acción. La historia continúa donde la dejamos, con nuestro grupo de enanos, un hobbit y un mago.
Esta vez tenemos dos líneas argumentales diferentes. Gandalf se separa del grupo para investigar el misterio del Nigromante por su cuenta, mientras que los demás continúan su camino hacia la Montaña Solitaria para enfrentarse a Smaug.
La trama de Gandalf ha tenido pocas, pero muy interesantes pinceladas. Esta claro que el Nigromante tendrá su verdadero protagonismo en la tercera parte, y mucho, porque lo se está preparando para el capítulo final va a ser de infarto.
El gran acierto de La Desolación de Smaug es que mantiene un buen ritmo durante sus casi tres horas de duración, algo terriblemente dificil. Mantener al espectador interesado durante tanto tiempo es prácticamente imposible hoy en día.
Sin embargo, el film sabe equilibrar altos y bajos para que el ritmo de acción no decaiga. Obviamente hay partes mas tranquilas, pues sin bajos no puede haber altos, pero estas partes con menos acción son realmente interesantes debido a que aportan mucha información sobre la historia y hacia donde nos dirigimos, sobre todo de cara a la película final.
Tenemos secuencias impresionantes, como la huida de los enanos en los barriles o la de las arañas en el bosque. Llenas de acción que dejan sin respiración al espectador.
Pero el climax llega con Smaug, el dragón que arrebató el hogar a los enanos y que guarda un enorme tesoro en la Montaña Solitaria.
Unos increíbles efectos especiales dan vida al verdadero protagonista de la película. No es un simple dragón que escupe fuego, sino que tiene su psicología interna, sus sentimientos y que piensa y actúa en consecuencia.
Calculador, inteligente y lleno de rencor hacia los enanos, este dragón consigue que el final de la película sea un frenesí constante.
En general, los actores están más que correctos en sus papeles, en concreto las nuevas incorporaciones son realmentes buenas y aportan frescura a la película.
Además de la vuelta de Legolas, que sigue en forma como siempre, tenemos a Evangeline Lilly (Perdidos), que da vida a la elfa Tauriel, a Bardo (Luke Evans) y al rey elfo (Lee Pace).
Este último no cuenta con un gran papel pero sabe encarnar a un elfo que no todo es bondad en él, tiene un punto de malicia que Lee Pace interpreta a la perfección.
Tauriel trae la acción a la película, un fichaje que encaja bien en la Tierra Media y que todavía tiene mucho que decir en la tercera película. Aunque ya en esta la hemos visto actuar y un diez para Evangeline.
Luke Evans no se queda atrás, encarna a Bardo, que tiene un debate interno, una responsabilidad: cuidar de su familia sin la ayuda de su esposa y un peso sobre los hombros: disparar al dragón Smaug. Esto es algo que Bardo no quiere en el fondo, no busca meterse en problemas ni despertar la ira del dragón, pero sabe que tendrá que hacerlo tarde o temprano.
Además de estos personajes, Nueva Zelanda es otro gran protagonista de la película. Los paisajes son verdaderas maravillas para la vista. No podría haber lugar mejor para rodar estas películas.
En definitiva, La Desolación de Smaug es una gran película, muy entretenida, con grandes dosis de acción. Mejora con creces a "Un viaje inesperado" y sienta las bases, colocando todas las fichas en su sitio para la jugada final. La tercera película, "Partida y regreso" va a ser de infarto. Esperamos con ansia.
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