Escrito por Antonio Ruiz (@AntonioRuizSan)
Los nervios de una noche de estreno sólo pueden entenderlos los que se han subido a un escenario y han esperado detrás del telón junto a sus compañeros de reparto. Algunos se atreven a mirar por una rendija de la tela y otros vas escuchando como se llena el teatro poco a poco, escuchando las voces de los espectadores que van sentándose. La sala va quedándose en silencio, las luces se apagan. El corazón late a mil por hora, la garganta se queda seca y las palabras no salen de la boca. Pero sube el telón, los focos te ciegan y el nerviosismo desaparece. Clavas la noche del estreno y todas las demás noches de actuación. Y eso, amigos, es lo que Rachel Berry ha hecho en su Opening Night.
Bravo. Es todo lo que tengo que decir tras ver el episodio de esta semana. Siempre se puede mejorar pero este 5×17 es de diez. Fantástica la manera en que han conseguido devolvernos el espíritu original de Glee al inicio, con la actuación de Lovefool. La series nació como una comedia algo extraña y eso es lo que nos ha ofrecido la Rachel Berry de los inicios, con su jersey de renos y sus antiguos compañeros de instituto. Genial ver a Karosfky de nuevo y al chico judío que iba con la cámara a todos lados y de cuyo nombre no logro acordarme. Perfecta Sue Sylvester en su papel de profesora cabr*na, al igual que Becky dándole apoyo. Impagables los demás del Glee Club haciéndole los coros a Rachel con esos patéticos movimientos, y los de la propia Rachel tampoco se quedan cortos. En una palabra (y con perdón): Descojonante.
No ha sido la única vez que me he reído a lo largo del episodio. El momento “¡Adulterio!” de Sue al ver la cama de matrimonio que tenía que compartir con Will, las caras de perplejidad de los chicos al ver entrar a Sue en el apartamento. Y sí, las cosas podía ponerse todavía mejor con Santana bajándose del taxi, en lo que pretendía ser una llegada a New York por todo lo alto, pero interrumpida por una paloma asesina. La risión.
Pero no todo ha sido comedia, este episodio ha tenido de todo. Hemos tenido emoción cuando Rachel se ha acordado de Finn, colgante al cuello, en la actuación de “Who are you now”, dónde ha terminado llorando y ha hecho llorar al público, incluyendo al crítico del New York Times.
Emoción también cuando Emma (que no la hemos visto) ha roto aguas y Will ha tenido que marcharse sin poder ver a Rachel actuar. Qué lastima que no haya podido ver la obra, pero su cara de satisfacción y orgullo al ver su alumna convertida en estrella han bastado para que míster Schuester sea completamente feliz. Aunque también ha ayudado el tener a su hijo Daniel por fin.
Sue Sylvester también ha tenido su trama. Una amorosa, en la que no estamos acostumbrados a verla en absoluto. Me ha chocado verla besar y bailar con su enamorado y no creo que tengan demasiada química pero la historia ha sido muy divertida. Ver como los dos coincidían en el odio a la música y se metían con la pobre Rachel me ha hecho enfadar y reír a partes iguales.
Y es que Sue ha estado con el modo evil bitch activado todo el episodio. Hasta el último momento ha hecho sufrir a Rachel, con espantada en su cara en mitad de la canción incluida. Sabía que esta mujer no tenía escrúpulos pero en este episodio me ha vuelto a sorprender.
Eso sí, ha sido un completo acierto llevar las tramas de Sue contra el Glee Club del McKinley a New York. En el instituto el odio lo cobraba por los pasillos a empujones. En Nueva York, lo hace levantándose de la butaca y saliendo del teatro e invadiendo el piso de los chicos, haciendo uso de batas, camas, sofas, etc, etc.
Eso sí, ha sido un completo acierto llevar las tramas de Sue contra el Glee Club del McKinley a New York. En el instituto el odio lo cobraba por los pasillos a empujones. En Nueva York, lo hace levantándose de la butaca y saliendo del teatro e invadiendo el piso de los chicos, haciendo uso de batas, camas, sofas, etc, etc.
Esto, señores, este es el camino por donde debe ir la serie. Conservar el espíritu de Glee de las primeras temporadas, que hizo que nos engancháramos, y llevarlo a Nueva York, a un ambiente más maduro y con historias más adultas.
Este Opening Night es el ejemplo perfecto de esto.
Este Opening Night es el ejemplo perfecto de esto.
Si es que el episodio ha estado lleno de momentazos. Rachel sin hablar para cuidar su voz y Tina acordándose de aquel capitulazo “Laringitis” de la primera temporada. Después, la asiática no se ha cortado un pelo y ha comenzado a contar a Rachel lo que los blogs escriben sobre ella y preguntando donde están los demás Puck, Quinn y Artie haciendo que la señorita Berry enloqueciera. Normal que la pobre acabara como una histérica leyendo en internet y periódicos todas las críticas hacia ella.
Grande el momento en que Santana anima a Rachel, enorme el momento en que Berry le canta las cuarenta a Sue Sylvester. Por fin, después de casi cinco años, Rachel se ha atrevido a enfrentarse a su profesora por todo el daño que le ha hecho en sus días de instituto. La verdad es que Sylvester se lo merecía, sabotear la noche de estreno para encima adueñarse del piso.
De la actuación de Rachel como Fanny Brice no se puede decir nada más que esta chica eleva las canciones que canta a otro nivel. Todo lo que toca lo mejora, ya sea una canción de Broadway o un temazo disco.
Porque no todo ha sido Broadway en esta “Noche de estreno”, también hemos tenido la escena en la discoteca en la que Rachel ha cantando “Pumpin Blood” y divirtiéndose con sus amigos como nunca. Y haciendo que el espectador se lo pasara en grande también.
Porque no todo ha sido Broadway en esta “Noche de estreno”, también hemos tenido la escena en la discoteca en la que Rachel ha cantando “Pumpin Blood” y divirtiéndose con sus amigos como nunca. Y haciendo que el espectador se lo pasara en grande también.
En un, un episodio prácticamente perfecto. Con dosis de humor, de emoción y de Rachel Berry. Con canciones espectaculares, ya sean de Broadway o pop, con tramas entretenidas. En definitiva, un episodio con aroma al Glee original mezclado con el nuevo Glee. La combinación perfecta.